Tras la caída del imperio romano, entre los siglos V y el s. VIII Barcelona pasa de manos visigodas a manos musulmanas.
Estuvo bajo su dominio durante más de 200 años, hasta que en el año 801 las tropas de Carlomagno entraron en la ciudad, convirtiéndola en uno de los condados del Imperio Carolingio, independientes a partir del siglo X.
Desde el siglo XII hasta el XV Barcelona fue la residencia habitual de la Corona de Aragón. Coincidiendo con el momento de máxima expansión por el Mediterráneo occidental, la ciudad se convirtió en el centro económico, político, comercial y cultural de la corona.
El Barrio Gótico conserva hoy el privilegiado legado de esta época, recorriendo sus calles puedes ver edificios que constituyen el símbolo del poder de la Iglesia cristiana, como la imponente Catedral de Barcelona o las elegantes iglesias góticas de Santa María del Mar y Santa María del Pi.
Igualmente impresionante es el legado de la nobleza presente en los palacios góticos de la calle Montcada, o el poder económico de la burguesía comercial en edificios como las Drassanes (Atarazanas) y La Llotja o Lonja.
Sin olvidar por supuesto, la importancia que adquirieron las nuevas instituciones políticas, de la que hoy nos quedan sus emblemáticos edificios el Palacio de la Generalitat y La Casa de la Ciutat o Ayuntamiento, ambos situados en la Plaça de Sant Jaume.
Otro de los rincones que sin duda conservan la esencia del esplendor medieval es la Plaça del Rei, el lugar de residencia de los condes de Barcelona y reyes de la Corona de Aragón.
Esta plaza está formada por el conjunto del Palacio Real, la anexa Capilla de santa Ágata, la Torre del rey Martí L'Humà y el Palacio del Virrey o del lugarteniente.
Puedes ver cómo recorrer el mítico barrio medieval de Barcelona en el itinerario que te proponemos, al que hemos llamado Un paseo por el Gótico.
La ciudad se convirtió además en destino de mercaderes, artesanos y navegantes que se agruparon en gremios entorno al centro y en el barrio de la Ribera y el Born.
Todavía hoy, paseando por sus calles, podrás ver su testimonio en callecitas como Flassaders, Sombrerers, etc., que llevan el nombre de los antiguos oficios y gremios medievales, y conservan todavía ese encanto especial en sus calles en las que el tiempo parece haberse detenido.