Después de la época medieval y hasta el XVIII, Barcelona vivió una cierta decadencia, y tuvo que luchar por mantener su independencia económica y política.
Hasta que en 1714, la ciudad cayó en manos de las tropas Borbónicas durante la Guerra de Sucesión y Cataluña perdió sus derechos y privilegios.Se suprimieron las instituciones políticas y las Cortes, y se llevó a cabo una profunda represión en el terreno cultural y linguístico.
Hoy Catalunya celebra su Diada Nacional el 11 de Septiembre, conmemorando la resistencia heroica de la ciudad de Barcelona durante este proceso, ya que resistió sitiada durante más de un año, con una fuerza diez veces inferior a la de las tropas borbónicas.
Barcelona se convirtió en una ciudad militarizada, con una enorme fortaleza conocida como La Ciutadella o Ciudadela, hoy parque público y lugar emblemático de la ciudad.
En recuerdo de la derrota, una llama siempre encendida mantiene viva la memoria de aquellos caídos, en el conocido como el Fosar de les Moreres, situado en el barrio del Born, junto a la preciosa iglesia gótica de Santa Maria del Mar.
La llegada del Arte Barroco se hizo un hueco en las nuevas construcciones religiosas y civiles de la ciudad. Buen ejemplo de ello son la Iglesia barroca de Betlém, o los palacios señoriales de Las Ramblas, como el Palau de La Virreina.
Otras iglesias de la época son la de la mágica plaza de Sant felip Neri o la Basílica de la Mercè, patrona de la ciudad, ambas situadas en el barrio antiguo.
Pese a este ambiente de crisis social, económica y política, hubo una cierta recuperación a nivel comercial, con el derecho a emprender la ruta comercial con América desde el puerto de Barcelona.
Paulatinamente Cataluña fue entrando de lleno en el proceso de la Revolución Industrial, y Barcelona fue una de las primeras ciudades en apostar por la proliferación de las nuevas fábricas, predominando las dedicadas a la indústria téxtil.
Empezó entonces un lento proceso de recuperación económico, político, cultural y artístico, que llegó a su máximo esplendor a finales del siglo XIX, con la explosión del arte Modernista que caracteriza la ciudad.